sábado, 17 de diciembre de 2011

Cesaria Évora

Seguramente habrá sido en la década del '90 el tiempo en que descubrí a Cesária Évora; no debe haber sido mucho después de 1997, porque recuerdo exactamente el momento. Fue, como tantos otros descubrimientos, en una disquería. Durante los años '90 viajé reiteradamente a Los Angeles por motivos laborales, y también para ir a visitar a mis amigos Ariel Torrone y Marcelo Berestovoy. Pero además para internarme en las incontables e inmensas disquerías de las diferentes zonas. Siempre encontraba algo bueno y a buen precio en cualquier lado. Y eso que la importación estaba abierta en la Argentina (ahora, con Moreno, te quiero ver comprando legal alguna joya que no se edite aquí). Ese paisaje hoy es pasado: todas esas disquerías desaparecieron por internet, por impericia del negocio discográfica, por la burbuja hipotecaria, por la crisis mundial. La única que queda es Amoeba.

Creo, entonces, que yo estaba en Moby Disc, en Pasadena, hurgando entre las bateas de usadas cuando irrumpió en mi sistema nervioso. Fue como cuando huele un fuerte perfume, pero en sonido. Yo soy duro para la llamada "world music", pero cada tanto algo encuentro, y por eso se ha creado el sector "Tercer Mundo", en mi discoteca: todo aquello que no sea argentino o anglo, va a parar allí. No es una denominación clasista: españoles, suecos y franceses habitan ese estante.

Lo cierto es que fui notando que esa fragancia musical me envolvía, pese a que no es de mi preferencia. Pero tenía ese sabor de las cosas nobles, buenas e irresistibles, como el "Buena Vista Social Club", y otras cosas hechas artesanalmente, con madera de calidad y cariño de verdad. Tuve que ir a preguntar que era; el tipo ni me repondió: con un movimiento de cabeza me hizo fijarme en el cartelote con un CD que tenía delante de mis narices: "You're listening now to...". Era "Cabo Verde" de Cesária Évora, edición estadounidense a través del sello Nonsuch. Me lo compré, lo disfruté, y con el tiempo fui descubriendo que Cesária era una mujer ya grande, de las islas de Cabo Verde, que bailaba con los pies descalzos, que bebía (mucho) y que fumaba (no sé cuanto), y que tenía en algunas fotos una franca sonrisa que hablaba de alegría, y en otras una mirada triste que hablaba de sufrimiento, que lo tuvo y mucho.

Hoy, con gran pena, me entero que murió a los 70 años en su Cabo Verde natal. Para ella, el pasaporte era una libretita, que rápidamente se llenaba de sellos y ella devolvía para que le entregaran otra. No recuerdo, pero me confirman que fui a verla a La Trastienda cuando vino aquí. Lo que es inolvidable es aquella tarde en Pasadena, cuando la conocí de verdad, más allá de nacionalidades, pasaportes, modas, preferencias, edades, estilos y pertenencias: cuando me acarició el alma con el terciopleo de su voz, haciéndome suyo para siempre.

El mejor de los viajes y gracias por aquella tarde, Cesària.

viernes, 1 de julio de 2011

Los que yo quiero que vengan

2011 hierve con la oferta de números nacionales e internacionales. Tengo miedo que el boom sea el sonido de la burbuja al explotar, pero mientras dure nadie nos quita lo escuchado. Sin embargo, soy de esas personas que siempre quieren más. Diría insaciable, pero eso tendría connotaciones sexuales y enloquecería a las chicas y causaría un mar de risitas ahí en el fondo.

Por lo tanto, como los empresarios eligen ser cortos de miras y traer una y otra vez a los mismos grupos, confeccioné mi propia lista. No creo que logre inspirarlos: es más fácil hacer que un yacaré juegue al truco y haga señas, pero siempre aparece alguno que sabe que soy "deformador de opinión" y se confunde.

¿Cuántas veces más van a traer a Ska-P y esas bandas españolas pedorras tipo Héroes del silencio, Bunbury o el que toca el oboe con ellos y su fabulosa banda solista?

Esta es mi lista. Y si no les gusta, tengo otras.

Los que yo quiero que vengan

Tom Petty & The Heartbreakers
Wilco
George Thorogood
Ween
Joni Mitchell
The Vaccines
Tom Waits (en serio)
Nick Lowe
Al Green
Robyn Hitchcock
Billy Idol
Super Furry Animals
Adele
Stevie Wonder
J.J. Cale
Fiona Apple
Joe Jackson
Pulp
Roxy Music
Steve Winwood
Fountains of Wayne
Paul Simon
The Cars
Todd Rundgren
George Michael
The Zombies
Ron Sexsmith
Bob Seger
Amy Winehouse
Joan Jett
Weezer
k.d. Lang
Johnny Winter
Leonard Cohen
Hugh Laurie
Kate Bush
Sade
Rufus Wainwright
Paul Weller
Richard Hawley
Joe Bonamassa
Suzanne Vega
Allman Brothers
Eminem
Fats Domino
Lynyrd Skynyrd
The Who
Joan Armatrading
Pete Townshend
Stevie Nicks
Florence & The Machines
John Mayer
Steve Miller Band
Band of Horses
Crosby, Stills & Nash
Huey Lewis & the News
Carly Simon
The Eagles
Dr. John
Squeeze
Ry Cooder
Eels
Annie Lennox
Allen Toussaint
Brian Eno
Death Cab For Cutie
Adam Ant
Teenage Fanclub
Van Halen
Alicia Keys
Fleetwood Mac
Villagers
Dave Edmunds
Foo Fighters
Robert Plant
Manic Street Preachers
Cat Stevens
Herbie Hancock
N.E.R.D.
Missy Elliot
Pretenders
Van Morrison
Procol Harum

¿Qué faltan algunos?
Seguro que sí.
Vos también podés hacer tu lista.
Unamos nuestras mentes y traigámoslos.
Despierten al Grinbank dormido en su interior.

lunes, 20 de junio de 2011

Clarence Clemons a la Eternal Tour

El rock siempre tuvo problemas con el saxo. Es un instrumento que se adecua más naturalmente al jazz que al rock. Encontrar un buen saxofonista de rock es un trabajo difícil. Y si no lo creen así, hablen con Keith Richards, que tuvo que apelar a su máxima presión para volver a tener a Bobby Keys en la banda que acompaña a The Rolling Stones. ¿Por qué? ¿Acaso no tocaron con Ernie Watts en su gira de 1981? ¿No tocó Sonny Rollins exitosamente en "Tattoo you"? Sí, pero hay un toque exacto que tienen los saxofonistas que saben y sienten el rock. Y no lo tiene cualquier saxofonista, por más bueno que sea. Eximamos de esto a los incontables grupos de rock argentino que queriendo remedar el sonido "redondo", se han empeñado en incluir un saxo en sus formaciones. Para que esto funcione será necesario clonar a Emilio Villanueva, el saxo de La Paternal, uno de los que sabe como es esto del saxo en contexto de rock y blues


De ahí la importancia de Clarence Clemons, que fue el saxofonista de Bruce Springsteen & the E Street Band desde el comienzo. Pero Clemons fue algo más; fue un símbolo, una mascota, una de esas presencias que se hacen grandes más allá del voluminoso tamaño que el hombre portaba. Esos tipos portan una magia que se va amasando a través de los años. Todo el mundo conoce a Keith Richards, pero el que se lleva la más emotiva salva de aplausos en los shows de los Rolling es Charlie Watts. Lo mismo pasa con Little Steven, a quien todos conocemos por su trabajo con Bruce Springsteen, pero más por lo que hizo en "The Sopranos". Pero el símbolo de la E Street Band era Clarence Clemons.

Murió el sábado a los 69 años de edad, con una salud que venía deteriorándose aceleradamente. Se lo extrañará y seguramente las cosas serán muy diferentes para Bruce Springsteen ahora.

viernes, 18 de marzo de 2011

PAPPO: EL HOMBRE SUBURBANO

Al fin, después de cuatro años, llegó el momento tan ansiado.
El libro sale el miércoles, si no hay sorpresas con paros u otras cuestiones.
Fue un largo y agotador camino. Se darán cuenta cuando lo lean.
Pero cuando ví las copias digitales, que no son libros, ni archivos, sino como ediciones
de prueba, sentí una profunda emoción, mayor quizás a las de los otros libros que escribí, salvo el de Charly que fue el primero.
Esa emoción fue quizás mayor o distinta, porque Pappo ya no está entre nosotros.
Conociéndolo como aprendí a conocerlo investigando su vida, seguramente Norberto Napolitano hubiera compartido ese sentimiento que me embargó cuando tuve por primera vez el impreso entre mis manos.
Lo escribí con cariño y dedicación, porque su vida no estaba bien documentada.
Muchos de los que aquí participaron no recordaban algunos acontecimientos, pero siempre había alguien que me tiraba algún dato en el que podía hurgar, y así llegar al relato más cercano a lo verdadero.
Fue un auténtico trabajo periodístico, o al menos así lo sentí yo.
Me ayudó muchísima gente, mucha más de lo que se aprecia en el libro.
Porque quizás el que me daba ese dato, conoció a Norberto circunstancialmente, y no tenía idea (yo tampoco muchas veces) de que esa información me conducía a dilucidar un enigma.

Hoy lo presenté en "Cual es?", el programa de Mario Pergolini, que no dudó en aceptar una nota cuando le expliqué de qué se trataba. Me gustó conocer el estudio "Norberto Napolitano". Me gustó, hoy, trabajar con su gente y los audios de solo algunos de los que fueron entrevistados para "El hombre suburbano". Habrá cinco micros que saldrán durante la semana que viene, y en ellos hay algunas declaraciones que no figuran en el libro. Me sentí feliz de poder volver a poner al aire al maestro Antonio Carrizo, a quien su salud no le permite hacer radio.

La certeza de que Pappo hubiera querido tener su biografía me impulsó a llevar adelante este proyecto, quizás el más complejo que he acometido en mi carrera, y por cierto, muy diferente en su naturaleza al libro de Charly, que tuvo dificultades de otra especie. Los libros tienen vida propia, y éste, como mis otros cuatro, lleva mi nombre, pero ya no me pertenece. Espero que se rían mucho, pero mucho, tanto como yo me reí, y que podamos recordar a Pappo con alegría, porque su paso por el rock tiene las marcas de la magia que envuelven a los grandes mitos. Quise también que ese paso sirviera también para contar las historias de otros pioneros que tienen tanto mérito como Pappo, pero que quizás no han gozado del reconocimiento que merecían.

Pappo vive en todos los que lo quisimos y admiramos a través de su música.
Solo espero que este libro ayude a que aquel que lo lea sepa que la magia existe y que no se puede expresar con palabras. Yo lo intenté a través de más de quinientas páginas, pero ni siquiera tantas letras alcanzan la rodilla de su guitarra genial, sus formidables canciones, sus increíbles letras o su profundo vozarrón.

"El cantante está emocionado/ escucho temblar su voz".

Y, créanme, el autor de este libro también lo está.

¡Viva Pappo!

viernes, 11 de marzo de 2011

Liberación de libros

LIBERACIÓN MASIVA DE LIBROS

HoraLunes, 21 de marzo · 0:30 - 23:30

LugarDonde vos quieras!

Creado porMovimiento Libro Libre Argentina, Movimiento Libro Libre Argentina

COMO TODOS LOS 21 DE MARZO, ESTAREMOS LIBERANDO LIBROS!

La idea es "liberar" (dejar) un libro en un espacio público (plaza, bar, transporte público, museo, etc...).

Pueden participar de la propuesta todos aquellos que lo deseen liberando un libro el lunes 21 de marzo de 2011 en el lugar donde vivan o se encuentren en ese momento.

Para participar, dejá un libro en un espacio público con una dedicatoria que indique:

- Que el libro pertenece al Movimiento Libro Libre Argentina.
- Que es de quien lo encuentre pero que al finalizar su lectura deberá ser liberado, para que pueda ser disfrutado por otras personas nuevamente.
¡Muchas gracias por participar de esta gran cruzada y compartir la iniciativa con tus amigos!

P.D.: Yo voy a dejar algunos de los libros que tengo repetidos o que me sobran en diferentes lugares y después tiraré algunas pistas por la web.

viernes, 4 de febrero de 2011

MEJORES DISCOS DE 2010

Me costó encontrar la lista, pero finalmente apareció donde tenía que estar: bien guardada. Es muy difícil, cada vez más, hacer una selección de los mejores discos del año, porque hay cada vez más ediciones, aun cuando la industria discográfica parezca irse a pique. Un fenómeno paradójico, pero atribuible a la cada vez más común edición independiente. Por lo tanto hay mucho para escuchar, y yo que me he vuelto selectivo, cada vez que escucho algo es por motivos profesionales. De esa larga lista, escojo algunas cosas para consumo personal. Muchas de ellas están en esta lista. Irán apareciendo a lo largo de "Futuro Imperfecto".

No están en ningún orden particular, sino como  me los fui acordando.

1. Mojo - Tom Petty
2. The suburbs - The Arcade Fire
3. Band of joy - Robert Plant
4. Tribal - Dr. John
5. Tin can trust - Los Lobos
6. Congratulations - MGMT
7. Infinite arms - Band of Horses
8. Come on and get it - Eli “Paperboy” Reed
9. Write about love - Belle & Sebastian
10. The Sea - Corinne Bailey Rae

miércoles, 2 de febrero de 2011

Futuro en diferido

Resulta gratificante haber tenido en el primer programa tanto feedback de los oyentes a través de las redes digitales, Facebook y Twitter. Si bien todavía le estoy tomando la mano al programa, espero que en breve la interacción pueda ser mayor. "Futuro Imperfecto", paradójicamente, no fue tan imperfecto, mérito del equipo que conformamos todos. Justamente quería comentarles algunas cosas y nuevamente agradecerles que estuvieran del otro lado.

La primera es que a partir de marzo o quizás antes, todos los programas, no solamente "Futuro Imperfecto", van a estar colgados en la página del CCRojas, con lo que todavía no sé si podrán descargarlos, pero sí que podrán escucharlos. Hubo quienes sugirieron que publicase aquí la lista de temas emitidos, pero soy de los que piensan que la radio es un momento y que la magia surge de lo espontáneo. El que se lo haya perdido no debería hacerse mala sangre, no solo por que podrá escuchar algo por internet, sino porque habrá otros "Futuros Imperfectos", y quien sabe qué más.

Hoy me junte a charlar con una amiga y me dijo que hoy a la noche comienza el año del conejo o gato, y que este será un año de transformación, así que espero que pasen muchas cosas buenas para todos. Quizás haya algunas otras sorpresas que pueda comunicarles en un futuro no muy lejano. Nada que haga vibrar la tierra o tal vez sí.

Volver a la radio es algo que me da muchísima alegría, y ya estoy trabajando en el segundo programa. Pero quisiera dejarles, y tomar como costumbre hacerlo en lo sucesivo, un souvenir de cada emisión. Alguna cosa que me gustaría subrayar. "Futuro Imperfecto" está pensado para la gente, pero lo que yo busco es sorprenderme a mí mismo: descubrir algo nuevo, encontrar algo inesperado, hallar la imperfección que es fuente de belleza.

Me pasó con el tema de Louis Armstrong que pusimos ayer, al final, recordando a John Barry, el autor y arreglador por siempre asociado con James Bond. La película era "Al Servicio de Su Majestad", no recuerdo como se la tradujo aquí, y la canción era de 1969, cuando Louis Armstrong estaba ya enfermo, dos años antes de morir. No era un hombre anciano: tenía 68 años, pero un cuerpo extenuado. Pensaba volver a los escenarios apenas sus piernas recobraran cierto vigor. No pudo ser y se murió de un paro cardíaco mientras dormía. Escuchar esa canción, me emocionó y quise compartirla desde la radio. Me parece una belleza imperecedera, a salvo de todo futuro. Un recuerdo doble: para John Barry que la arregló y la compuso y para el gran Satchmo que la cantó.

Les cuento algo: en determinado momento, supongo que a los 15, 16 años, descubrí el jazz. Como pude, sin demasiada guía y sin plata para comprar (más) discos. Algo que me ayudó enormemente fue ICANA, el Instituto Cultural Argentino Norte Americano, que todos los miércoles a las 19, brindaba recitales de jazz gratuito. Ahí me ví a la Fénix Jazz Band, a Swing 39 (con Malosetti padre), Antigua Jazz Band. Y así fui aprendiendo a entender lo que era la improvisación bien hecha. Las canciones de Louis Armstrong, o las que él tocaba, eran mis favoritas. Su cara refleja todo lo buena que tiene su música. Se dice que esa sonrisa era producto de la marihuana, pero prefiero creer que venía de la felicidad que le otorgaba su trompeta, y que lo otro era un adicional.

Aquí, tenemos al gran Louis Armstrong, cantando fuera de su territorio, una balada hermosa:

domingo, 30 de enero de 2011

Cambio perpetuo

Si lo pienso un poco mejor, este blog solo debería ocuparse del programa, o de música. No puedo divagar como solía hacerlo en My Space, porque sino sería mi blog, y por ende debería llamarlo de otra manera. ¿Se entiende? No, oscurece.

El asunto es que estoy a menos de 48hs del comienzo de "Futuro Imperfecto", y si bien es algo que he hecho muchas veces, esto de comenzar un nuevo ciclo me tiene con algunas "mariposas en el estómago", tal cual dice la desafortunada metáfora. ¿Qué hay que comer para tener mariposas en el estómago? Digamos que estoy listo y ansioso por salir a la cancha. Uno sabe que puede jugar con ganas, pero también jugar muy mal al mismo tiempo.

Lo cierto es que recibo un montón de mensajes y buena onda. Pero sobre todo una inquietud: saber con qué tema voy a abrir. Es como si allí se jugaran muchas cosas, como si con esa canción se revelara algo de lo que no soy muy consciente. Y temo defraudar a todos, con esas y otras elecciones. "Futuro Imperfecto"  es un programa NUEVO. Ni yo sé muy bien como es: va tomando forma solo, a veces sin que me de cuenta. Busco la síntesis de Rock Boulevard y Trópico de Marchi. Diría la síntesis superadora, pero suena muy a político en campaña.

Toda mi vida fui un especialista en hacer lo que no se espera de mí. ¡Cómo voy a aflojar ahora!

Lo que sí sé es que los que han leído mis blogs, no se sorprenderán mucho. Los que han escuchado mis programas, tal vez sí. Pero hay algo que una vez me dijo Cristián Elena, amigo del ciberespacio, con respecto a la versión en internet del Trópico: que en el delirio de la ficción se perdía algo didáctico que me caracterizaba. Y tenía razón. Al ser la radio de la Universidad, he decidido que en este ciclo no puede faltar.

viernes, 28 de enero de 2011

Link para escuchar Radio UBA

http://www.uba.ar/radiouba/index.php

Aquí tienen acceso a la radio. Te piden que descargues un archivito, lo descargás y le hacés doble click, y eso te abre el Windows Media y ya estás escuchando la radio. Yo me estoy familiarizando con la radio, pero quería anoticiarlos de que el musicalizador es nada menos que Diego Mancusi, un periodista que ustedes conocerán por su célebre blog "Vida Pop" (que pronto será libro), y que ahora irán conociendo lo buen periodista que es por su trabajo en Rolling Stone. No sé porqué no lo sacaron antes a la cancha en la revista y lo tenían ahí perdido en el site.

A Diego lo conocí cuando apareció en el primer curso que yo hice en 2002. No me acuerdo si se anotó en los dos, pero sí que estuvo en uno de ellos, y después en el primero que di de periodismo de rock. Ya era bueno antes de eso, y después lo convoqué a él y a otra ex alumna, Jésica Rosenberg (ojalá algún día Rolling Stone se de cuenta que la necesita) para el equipo de 10musica.com. Claro, el proyecto era otro, y todos nos frustramos tarde o temprano, pero esa es otra historia. Diego tiene mucho conocimiento musical y muy buen gusto, y eso se nota en la música de Radio UBA. ¿Hace cuánto que no escuchan a The Hollies en la radio? Ayer, iba cantando a los gritos en el auto.

Bueno, ¿listo el pollo o le faltan un par de vueltas?

Futuro Imperfecto: La previa. El equipo.

Ya casi estamos. Comenzó el trabajo en serio el miércoles, donde me reuní con el equipo que trabajará en "Futuro Imperfecto", que en realidad son distintos profesionales abocados a tareas generales, una de las cuales es el programa. Jorge Nacer será el productor del ciclo, al ser el productor general de "Noches Rojas", la franja que el Centro Cultural Ricardo Rojas tiene en Radio UBA 87.9, todos los dias de 22 a 0.

Karina Solano ha sido una anfitriona fantástica como Productora General de Radio UBA. Me reencontré con ella cuando me reuní con el director de la radio, Juan Manuel Romero. A ambos los conocía de diversos lados. A Juan Manuel del barrio de Flores, allá lejos y hace tiempo. A Karina porque ambos trabajamos juntos en FM Viva. Los rulos de la vida nos han vuelto a juntar.

Me falta conocer al nervio del equipo, Jorge, el operador, pero ya me hablaron muy bien de él. Creo que es un hombre tatuado, pero eso lo constataré el martes. Teresa Focaracio Marcón, la locutora institucional, puso su mejor onda y su mejor voz para los separadores, que compaginó Mónica Torretto. Un placer trabajar con ambas. Mónica entendió perfecto lo que yo quería, así que mientras me sacaban la muela, ella iba haciendo la artística, como si yo estuviera ahí diciéndole. Son telepatías radiales que cuando se dan, son geniales.

Allí mismo, en la radio, me encuentro con mi viejo amigo, el Loro Zabala, con quien nos conocimos cuando él era productor de Fernando Bravo y yo trabajaba con Juan Alberto Badía en La Red. Como dijo otro amigo, el Rafa Hernández, que me ayudó un poco en casa con los separadores: "¡Qué chico es el pañuelo!".

Y todavía falta la gente del Rojas: Julieta Gibelli, Héctor Cristofanetti, Cecilia Vázquez, Mariana Ron, Paula Simkin, y el resto del ballet. Ah, el 22/2 hacemos el programa en vivo desde el Rojas.

Me pone muy contento volver al aire y estar haciendo radio. Trabajar en lo mío me pone más contento aún. Espero que les guste este "Futuro Imperfecto" que estamos armando entre todos.

martes, 25 de enero de 2011

Top 5 de los 80's y 90's

Es muy reconfortante poder haber estado en el programa de Andy Kusnetzoff haciendo esto. No solo por el honor que es ser convocado a uno de los programas de radio más escuchados, cosa que se me hace evidente por la respuesta en las redes sociales, en el teléfono, en la gente que de algún modo manifiesta su beneplácito o su crítica (evidentemente hay muchos, demasiados, fans de Guns & Roses).

Pero es para mí un ejercicio. No se trata de algo liviano que yo resuelvo en una lista hecha a las apuradas, sino que mi obsesión profesional, personal y pasional hace que me tome un buen tiempo para confeccionarla. Es imposible brindar una respuesta honesta e invariable sin ese ejercicio, que por otro lado me gusta. ¿Cuán objetiva es esa lista? Bastante, sin embargo, no es del todo objetiva ya que no hay objetividad total en la valoración de la música.

La consigna fue elegir los cinco mejores discos de las tres últimas décadas. Los mejores son los mejores: los que tienen más calidad. No los que más venden, o los más renombrados. Pero no pueden ser nunca los cinco que más me gustan, o sí, pero no basado en una visión del gusto personal, sino en una evaluación de otros títulos que podrían haber estado en la lista, y después de un poco de reflexión haber llegado a la conclusión que por razones primeramente artísticas, y después sí, de época, de influencia, de marca dejada y de valoración propia, se constituyen en los mejores de aquella década. Quizás si me preguntan esto el año que viene, pueda haber alguna variación. Uno está siempre aprendiendo.

Aquí están las dos listas, la de los 2000, la haremos con Andy cuando sea el momento.

Top 80's (en orden de preferencia)

1. Sign O' the times - Prince
2. Back in black - AC/DC
3. Remain in light - Talking Heads
4. Thriller - Michael Jackson
5. The Stone Roses - The Stone Roses

Top 90's (no en orden de preferencia)

1. OK Computer - Radiohead
2. Achtung, baby - U2
3. Automatic for the people - R.E.M.
4. Nevermind - Nirvana
5. What's the story (morning glory) - Oasis

lunes, 17 de enero de 2011

Futuro Imperfecto: El programa

Finalmente, lo que tantos de ustedes me reclamaron durante mucho tiempo, sucede: vuelvo a la radio el 1º de febrero. El Centro Cultural Ricardo Rojas me ofreció hacer un programa en el ciclo "Noches rojas" que ellos tienen en la radio de la Universidad de Buenos Aires. Lo que para alguien que apenas es un Perrito Mercantil, es un distinguido honor. Así que todos los martes, a las 22 hs., me van a encontrar en Radio UBA 87.9 del dial haciendo "Futuro Imperfecto". Tuve una reunión la semana pasada con el director de la radio, Juan Manuel Romero, que me dio la bienvenida y me puso todo lo que necesite a disposición, manifestándome además total confianza en lo que yo pueda hacer. Surgieron ideas de hacer unas cuantas cosas, ojalá las podamos llevar a cabo.

Conversando con las autoridades del CCRR, me pareció que lo mejor que se podía hacer para el perfil que fuimos trazando fue un nuevo programa. Podría haber puesto en el aire el tan reclamado Rock Boulevard, o bien el Trópico de Marchi, pero me pareció más tentadora la idea de hacer un programa de síntesis, donde la música sea como siempre la protagonista, pero que esté respaldada por un contenido periodístico. Que es lo que siempre hice. Nunca me puse por delante de la música: lo que paso siempre es más importante que lo que yo pueda decir. Y lo que digo siempre está en función de lo que paso. No hay mucho secreto.

Lo que sí siento es que al ser un emprendimiento de la Universidad de Buenos Aires, eso me libera de todo tipo de presión. Si hay un tema que tiene mérito pero dura seis, siete, ocho minutos, lo puedo poner. ¿Quiero poner algo muy viejo y contar de qué se trataba? ¿Presentarles lo más nuevo? ¿Mandarme por el lado del jazz? Tengo la posibilidad de programar todo aquello que no podría en una radio comercial, y eso es lo que voy a explotar, además de pasar cosas que seguramente pasarán en radios comerciales, porque me parecen buenas o apropiadas para el momento.

Algunos programas habrá invitados, otros no; varios los haré en vivo desde el CCRR. Va a haber un pequeño espacio para bandas nuevas, entiendiendo esto como que pasaré las que considere mejores o más interesantes, no a todas. Implementaremos la convocatoria al concurso del Rojas para bandas nuevas, donde todas sí podrán presentarse y serán escuchadas por el jurado.

La idea de una radio universitaria siempre me interesó, y esto lo saben especialmente aquellos que escucharon "¡Qué moderno!" en Rock & Pop durante 1990. Paradojas de la vida: ese programa que duró tan poco, fue el primero que se ocupó del fenómeno del College Rock, que después modeló el rock de los años '90, con Nirvana a la cabeza. Radio Kabul, cuyo dueño, Daniel Grinbank, estuvo al mando de la Rock & Pop en aquellos años, se hizo un lugar en el cariño de la gente justamente por pasar esa música.

Hoy Radio UBA se encuentra en un interesante proceso de cambio. Quizás hoy, el 87.9 se escuche poco, pero a partir de marzo la frecuencia tendrá el alcance que tiene hoy cualquier otra FM. Estoy muy contento de poder formar parte de esa transformación y poder llevar mis discos a la radio, y conversar acerca de ellos. No es mucho lo que hago: paso música y cuento historias. Pero aprendí que los mejores hombres de radio hacen eso. Y si voy a la Universidad, es para seguir aprendiendo. Les recomiendo que la escuchen, porque además el que pasa la música es Diego Mancusi, que tiene un muy buen gusto, y además que he tenido el honor de que forme parte de mi primera camada de alumnos, junto con Jimena Blizniuk, hoy productora de Andy Kusnetzoff. 

Quería compartir esta noticia con ustedes. "Futuro Imperfecto" surgió justo en un momento en que salió el disco de Hilda Lizarazu, "Futuro Perfecto". Ella me había comentado el título hacía tiempo atrás, pero cuando se me ocurrió, no recordaba el de ella. Y caí en la cuenta poco tiempo después, y le avisé sobre el tema. Pónganme las cadenas a mí; quizás caí bajo su influencia.

Podemos soñar el futuro; intentar diseñarlo, desear cosas, prevenir otras, pero siempre saldrá distinto a como lo hemos imaginado. Las predicciones son algo vano: porque aunque sean ciertas, hay que interpretarlas correctamente. El futuro es imperfecto para nosotros, porque no somos perfectos. Nunca sabemos lo que va a pasar. Y aun cuando lo sepamos, sucede de un modo imprevisto. Yo no sé que es lo que haré programa a programa, tan solo que trataré de contar las mejores historias en torno a los mejores discos, intentando tejer todo eso sin que se noten las costuras.

Al futuro me entrego con fe y esperanza.

Los espero el martes 1º de febrero, a las 22, en Radio UBA, 87.9
Este es el link para aquellos que quieran escucharla en internet.
http://www.uba.ar/radiouba/index.php

viernes, 14 de enero de 2011

Regar las plantas.

Cuando yo vivía solo, una de mis novias de aquel movido 1989, me regaló una planta que aún sobrevive y que mi mujer adoptó, como quien adopta un fruto de un matrimonio anterior. Supongo que esa novia, que ahora es una gran amiga a la que hace tiempo que no veo, se dio cuenta que mi departamento carecía de vegetales, aunque recuerdo algunas macetas en el balcón, pero bien puedo haberla alucinado. Era un balcón interno. Otra novia (dos o tres anteriores a la que mencioné), se iba a venir a vivir conmigo y eligió ese departamento. Cuando ví que la vista era a un muro gris y a una chimenea plateada me dijo: "La mirada interior, querido". Nunca hay que dejar que a uno le elijan el lugar donde va a vivir. Tiene que elegir uno o ser una elección compartida, en el mejor caso.

El asunto es que con la vida, el jardín ha crecido enormemente. Jardín al que verdaderamente no le he dado pelota. Pero el efecto carambola vive en todos nosotros y las cosas se van anudando, y ahora encuentro cierto placer en ponerme a regar las plantas cuando cae el sol. Supongo que porque es algo que puedo hacer con el iPod enchufado y escuchando música. Creo igual que la cosa viene por otro lado.

Cuando fui a dar el curso de periodismo de rock en Mendoza, hubo un par de cosas que me pegaron mucho (más allá del enganche natural que tengo con la provincia y su gente). El más fuerte fue ir a ver a mi amiga Rosita al Club Guillermo Cano, asomarme a ver el lugar donde tantos libros leí, verlo un poco despintado (es la construcción que protege al motor de la pileta) y ver esa enorme piscina vacía. ¡Era la primera vez que la veía vacía! Me contó Rosita que es porque Mendoza estaba en emergencia hídrica por la sequía.

Mendoza es un terreno desértico. Los mendocinos supieron temprano que el agua de deshielo era más que una calamidas, una oportunidad para convertir su provincia en un vergel. Plantaron por todos lados, y en especial, muchos álamos. Para ellos el agua es crucial, y por eso la cuidan, y por eso el sistema de acequias y canales. Muchos creen que el gran activo de Mendoza es el vino. Se equivocan: es el agua. Sin ella, no habría vides, para comenzar. Lo otro fue un paseo matinal por el Parque General San Martín, que es un lugar que adoro. Es mucho más grande, me parece, que los bosques de Palermo, y mejor cuidado. Tengo algunas fotos por ahí.

El asunto es que volví de Mendoza y comencé a interesarme un poco más por mi propio jardín y por el cuidado del agua. De hecho, hay un departamento vacío en el PH de al lado, y se vé que dejaron una canilla abierta: hace dos meses que intento que Ciudad de Buenos Aires y AYSA me den bola, y me dicen que no pueden hacer nada. El agua sale por la calle constantemente. Pienso en la pileta del Club Cano vacía, en la sequía mendocina, y me parece que es un desperdicio absurdo.

Se ve que con la edad vienen estas cosas. Cuando uno es joven no le preocupa. El asunto es que, si te va más o menos bien, llegarás a viejo. Por eso, yo preferiría ver menos publicidades de "cuidemos el agua", y más acción por parte de AYSA, controlando las obras en construcción que malgastan el agua a veces con un caño que pierde a raudales durante semanas.

Y ahora, voy por mi Gerovital. Disculpen. ¿Ustedes quienes eran?

jueves, 13 de enero de 2011

"Life" - Keith Richards

Hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto una lectura de rock como esta que ahora tengo entre las manos. Bueno, miento porque "You never give me your money" de Peter Doggett, me pareció también excelente. Pero esa lectura fue un poco por la nota que escribí en Radar y otro poco para ver cuan mal o bien estaba "Beatlend" (yo diría que pasamos el test de la blancura). Pero apenas supe que la tan mentada autobiografía de Keith Richards estaba por salir, cosa que por un tiempo pensé que no iba a suceder, guardé la plata y la encargué.



Lo que más me gusta de todo, es que es él contando la historia. Obviamente, la debe haber escrito James Fox, el periodista que trabaja con Richards en esto, pero tuvo la sensatez de escribirla como habla Keith Richards, que lo hace de un modo muy personal, con ironías, con chistes, con apelaciones históricas, si son necesarias; con pequeños saltos al pasado y al futuro de su propia vivencia, como decorando y no distrayendo. Hay que ser muy grande y tener muy poco ego de escritor para hacer hablar al otro y callarse uno. Habrá quien crea que "esa frase es muy culta para ser dicha por Richards", pero será solo una confusión de aquellos que no lo conocen muy bien.

Desde que comencé a leer en inglés, a mediados de los 80, entendí que Keith Richards, además de su leyenda como rey del exceso y la tolerancia química, además de ser uno de los guitarristas de los Rolling Stones (yo diría que es el alma del grupo, pero él dice que es Charlie Watts, y ante la autoridad me rindo), noté que además es una persona muy inteligente, muy articulada, con esa mezcla de saber de mucha calle y de haber fatigado unas cuantas bibliotecas.

No deja tema sin tocar: su adicción, la muerte de su hijo Tara, Mick Jagger (graciosísimo), su infancia, las afinaciones abiertas, su rehab, la muerte y la amistad de Gram Parsons. "Life" involucra todo, e incluso la recomendación de que "no hagan esto en sus casas". Es concluyente lo que dice sobre las drogas: no las tomes, te traerán problemas.

martes, 11 de enero de 2011

Improbable biografía de María Elena Walsh

En el año 2009 escribí este artículo sobre María Elena Walsh para una serie de fascículos coleccionables de Clarín, que fue todo un desafío para mí, porque tuve que abordar una serie de biografías por fuera del rock, que es el área donde me especializo. Y creo que fue una experiencia buenísima, porque tuve que abocarme incluso a artistas que detesto, y poner a prueba mi profesionalismo. Dicen que lo te no te mata te hace más fuerte, pero no lo viví con angustia sino como un acertijo a resolver.

De todas esas notas, la de María Elena Walsh es una de las mejores (la de Palito Ortega también salió muy bien). La busqué por internet, pero no la hallé. La reproduzco aquí, que todavía somos pocos.






Hoy como ayer/ necesitamos olvido y el placer/ de ver a los artistas, esos ilusionistas/ que hacen el mundo desaparecer”. María Elena Walsh pertenece a esa raza de artistas que logran que el truco que ella cantaba en “El viejo varieté”, funcione. Porque ilusionistas, magos, prestidigitadores, hay muchos. Pero esas raras avis que logran que el mundo verdaderamente desaparezca mientras ellos enhebran su sortilegio, no tantos.  Seguramente, quien no conoce con un poco de profundidad la obra de María Elena Walsh, no solo se está perdiendo una artista genial, sino que está malinterpretando su sentido. Para el desprevenido transeúnte, María Elena es “esa señora que compone canciones para chiquitos”, y vive feliz en el desconocimiento de sus canciones para grandes, de las cuales, “El viejo varieté” es solo una, aunque quizás la que mejor la defina a ella misma. Quizás podamos llamarla “artista de varieté” y que no se ofenda, aunque todos sepamos que María Elena Walsh es mucho más que eso.
Aseguran los buenos magos que el truco es nunca contar lo que ocurre tras el cortinado que oculta el truco. Pero es menester tratar de mirar de cerca los múltiples pases de magia que María Elena Walsh ha dado en torno a la canción, no para develar el truco, sino para revelar su arte; esa inmensa pradera donde la música baila una ronda con las palabras, que a su vez se marean en el tíovivo de la literatura, que felizmente extraviada después se confunde con el teatro, que inmediatamente tiene una crisis de personalidad y desconoce si es music-hall, varieté o vaudeville. Es en esa multiplicidad de juegos donde María Elena aparece con su mágica batuta, cambiando las cosas de lugar y modificando el orden de nuestros pensamientos. Para divertirse, seguro, pero también para divertirnos; un buen artista tiene algo de entretenedor, y el arte de María Elena ha sido de lo más divertido.
En un punto, la hipótesis de dividir el repertorio musical de María Elena Walsh entre canciones infantiles y composiciones para adultos, es una falacia de mano única. Porque lo que aparentemente está dedicado al público menudo, suele ocultar una interpretación que solo la puede hacer un grande, y que dice mucho más de lo que el oyente se atrevería a pensar, justamente, porque se supone que es una canción de niños. Es lógico pensar que canciones de su repertorio, como “Barco quieto” con su aroma a bolero, “Como la cigarra” o “Serenata para la tierra de uno”, no pueden ser entendidas (al menos en su totalidad) por los infantes, pero es absolutamente posible ver nuestro propio reflejo en una variada gama de los personajes que habitan las canciones infantiles de María Elena Walsh. Esas que la convirtieron en la mejor amiga de los padres.
La “Canción del jardinero” es un tema dedicado a los chicos en su primer verso, cuando habla de las “hojas que cantan/ cuando atraviesa el jardín/el viento en monopatín”; pero en el segundo, cuando la autora sueña “con el olor de un país florecido para mí”, María Elena apela a una metáfora para comunicarnos un estado de ánimo ciudadano. Al final, cuando reconoce que “yo no soy un gran señor/ pero en mi cielo de tierra/ cuido el tesoro mejor/ con mucho, mucho, mucho amor”, está comunicando un deseo más elevado que el de dedicarse a la horticultura (sin menospreciar esta noble artesanía). Unos pocos años más tarde y en San Francisco, la “Canción del jardinero” bien podría haber sido un himno hippie o un éxito de Simon & Garfunkel.
Es que de alguna manera, María Elena Walsh se anticipó a los tiempos, pero camuflada con versos infantiles, pasó desapercibida para el público mayor, que por otro lado no toleró en su momento al duo folklórico que la Walsh conformara con Leda Valladares, una experiencia que ambas encararon en el París de los años ’50 con singular éxito, pero que cuando quisieron reproducirla aquí… ¡púmbate! El ceño fruncido de los señores de buen pensar no dejó escapar el hecho de que Leda y María eran mujeres, y el folklore debía ser tocado por gauchos de frondoso bigote. Y si bien María Elena era partidaría del absurdo nunca compró el boleto del ridículo, por lo que no solo no se dejó el bigote sino que fue considerando aquello que fructificó de manera natural en París: la poesía infantil. Que pronto serían canciones antológicas.
Mucho se ha analizado el contexto en que florece la lírica de María Elena Walsh, vinculándola a su propia biografía, con su padre británico y ferroviario, lo que la llevaba a la estación del nonsense inglés (alguna vez se dijo “aspirante a nieta de Lewis Carroll”) y de los limericks, versos disparatados y rimados en una estructura de quintilla, cuyo orígen se estima irlandés y que fueran popularizados por Edward Lear, que también acuñó el término. Esos limericks, rescatados de su encierro e invitados a jugar al patio de lo popular (al que en verdad siempre pertenecieron), son los que nutren las letras de las canciones de María Elena Walsh. Obviamente, no eran su único alimento: todas las antiguas canciones populares tradicionales, sobre todo las españolas, también salieron de su escondite a la hora de la composición. La “Canción de tomar el té” y “El reino del revés” conjugan un absurdo delicioso, y sobre todo en la segunda, un doble sentido notable; un “reino” en el que nadie “baila con los pies” y en el que “un ladrón es vigilante y otro es juez”, es una metáfora de esas que no solo pueden entender, aquellos que sintonizan una frecuencia especial. Como las que quince años después se le festejarían a  Charly García en su “Canción de Alicia en el país”, que hasta en su título parece inspirada por María Elena Walsh y Lewis Carroll, justamente, autor de “Alicia en el país de las maravillas”.
Quizás por sus viajes a Europa y otro poquitito por esa antena prodigiosa que tienen todos los grandes artistas, María Elena captó un nuevo tiempo por venir y sus canciones sintonizaron una poesía psicodélica, aún antes de que esta fuera formalmente creada. Los discos que la hicieron popular, como “Canciones para mí” y “Canciones para mirar”, datan de 1963, cuando Los Beatles recién arrancaban en Inglaterra y aquí no se tenía mayor novedad que la del Club del Clan (curiosidad: Palito Ortega es co-compositor de la “Canción del jacarandá”). La psicodelia aparece en el mundo recién en 1966, y al año siguiente, John Lennon compondrá su monumental “I am the walrus”, también inspirado por Lewis Carroll. También en ese tiempo comenzaban a soplar los vientos, fenómeno meteorológico muy presente en las letras de María Elena, de una nueva forma de percibir a la mujer en el mundo que se conocería como feminismo. El hecho, ciertamente, no le fue ajeno.
Así como la tradición británica suena fuerte en lo letrístico, en la música de María Elena Walsh retumba lo folklórico, mezclado con otras corrientes musicales. “Manuelita, la tortuga”, quizás uno de los personajes más populares y queridos del imaginario artístico argentino, tiene sus raíces en Pehuajó y, al igual que la autora, un día se marchó a París. Lo folklórico aquí se da porque, por sus características, Manuelita no puede ser otra cosa que argentina, no solo por su orígen bonaerense sino por esa cosa de ir a buscar la ilusión de afuera y volver con lo mismo de siempre, al afecto local representado por ese tortugo que la espera. Musicalmente, “La vaca estudiosa”, “Chacarera de los gatos” y la “Baguala de Juan Poquito”, tienen sus credenciales más que en órden en torno a lo folklórico. Pero no por telúrica, María Elena renuncia a la imaginación y a esa desmesura que la hace irresistible. Eso es lo que ha convertido sus canciones en clásicos universales, ya no solo de los niños, sino también de cualquier público que tenga en alta estima al ingenio y los juegos de palabras.
 La producción musical de María Elena Walsh cambia rotundamente en el año 1968, cuando edita el primer volúmen de “Juguemos en el mundo”, donde las canciones adultas relevan a las infantiles, sin por ello perder el sabor que hizo único a ese repertorio. Pero ahora “el mundo” no desaparece sino que se hace, a veces, dolorosamente presente. La Walsh le canta como nadie al desarraigo con la “Serenata para la tierra de uno”, donde plantea con claridad meridiana la disyuntiva de irse o quedarse: “Porque me duele si me quedo/ pero me muero si me voy”. En el mismo disco, tal vez para divertirse un rato nomás, despanzurra a los ejecutivos, esa nueva clase social de la que se comenzaba a hablar en la Argentina de Onganía.
En el país altamente politizado de 1973, María Elena parece acompañar cierto estado de ánimo combativo sin caer en lo burdo o lo demagógico en “Canción de caminantes”, cuyo verso “Dame la mano y vamos ya”, es incorporado por una juventud militante como si fuera la órden de largada hacia una utopía. Pero en ese mismo álbum también conviven la mirada nostálgica de “El viejo varieté” y la brillante elección de “Carta de un león a otro”, de Chico Novarro (que en los ’80 rescatará Juan Carlos Baglietto), donde advierte que “el mal no se redime sin cariño”. Sin embargo, el tema que titula al álbum de ese ‘73, “Como la cigarra”, tal vez su canción más popular de las supuestamente adultas, eclipsa a las demás en estatura mítica; cantado por diversas generaciones de distintos estratos sociales, es la canción que cierra el círculo que abre la “Canción de caminantes”: la guerra ha terminado (aunque en el mundo continuara, lamentablemente) y se canta para festejar la supervivencia frente a todos los pronósticos en contra. Es una canción de victoria, pero no un canto militar; es “Manuelita”, con mucha más experiencia y casi tan sabia como la vaca de la Quebrada de Humahuaca, que ha comprendido bien temprano que en la guerra, lo único que se puede hacer es sobrevivir. Y seguir cantando.

                                                                                              SERGIO MARCHI

lunes, 10 de enero de 2011

María Elena Walsh

El 2011 vino con un nivel de pesadez total. Ya se llevó a mucha gente: Gerry Rafferty, Gustavo Kupinski, lo tuvo a mal traer a Chuck Berry, y hoy me entero de la muerte de la joven periodista Ninawa Daher. Y ahora, hay que dejar partir a María Elena Walsh, una grandiosa compositora y escritora. Les confieso la verdad: no fui su oyente ni su lector. De chico, lo mío era Gaby, Fofó y Miliki y los dibujitos de la Warner Brothers.  Conocía por estar en el aire algunas de sus canciones, pero no me enganché con su psicodelia (uno no puede dudar que esas canciones verdaderamente lo eran, y de la mejor psicodelia: la de la imaginación).  La conocí mejor cuando tuve que hacer una biografía de ella para unos fascículos coleccionables. Acabo de recordar esto mientras lo escribo.

Verdaderamente tomé contacto con ella a partir de mi hija mayor, a la que alguien le regaló un CD con sus grandes canciones, y no pude menos que maravillarme. A mi hija le encantaba, y yo me sorprendía por el alto nivel de sus canciones. María Elena Walsh, a su manera, educó a varias generaciones de argentinos. También a los grandes con su artículo “Desventuras en el país Jardín de Infantes”, publicado por Clarín en 1979. Había que tener mucha lucidez y mucho coraje para animarse a eso. Ya es una historia de mi familia cuando mi hija interrumpió una ceremonia navideña (a la familia de mi mujer le gustan los villancicos), requiriendo “La reina batata”. Sonreí discretamente, no es cuestión de ser maleducado, pero por dentro reí a carcajadas y aplaudí a rabiar. A mí me gustaban “Canción para tomar el té”, la del perro salchicha y esa suerte de Alicia en el país de las maravillas que fue “El reino del revés”, que es el título que mejor nos define como país.

No es mucho lo que tengo para decir, salvo seguir los preceptos tibetanos, que indican que en estas circunstancias, y habiendo vivido María Elena Walsh una larga -aunque no fácil- vida con muchos logros, uno respetuosamente le desea feliz viaje a aquel que parte hacia aquello que desconocemos. Y agradecerle profundamente el lazo de complicidad que ayudó a reforzar entre mi hija y yo, cuando estábamos aprendiendo el difícil oficio, ambos, de ser quienes somos: hija y padre. ¡Buen viaje, María Elena! Te recordaremos siempre con mucha alegría.

viernes, 7 de enero de 2011

Mi batería

En una de las resoluciones de Año Nuevo, decidí vender mi batería. Creo que la noble Drumsystem, la mejor batería que tuve, ya cumplió un ciclo. Estoy pensando en quedarme seriamente con el redoblante, que es mortal y con el pedal de bombo que es una masa, pero ya pierde el valor de venta. También voy a vender mi bajo Faim: algo que le servirá a algún principiante por poca plata. Me dí cuenta que tengo montones de cosas que no estoy usando y que ocupan mucho espacio, hasta en la cabeza. ¿Renunció el baterista? No, pero preferiría más adelante usar ese dinero para tomar nuevamente clases, o volver a las de piano con Juan Del Barrio, que me hacían tan bien. O por caso, también con Germán Wiedemer, excelente profesor, que la única contra que tenía era que vivía lejos.

La Drumsystem fue construída con mucho amor, y una cuota de mercenarismo. Me pidieron que escribiera un libro y me pagaban lo que costaba la batería. Así hice "Ramonesmanía", un libro que se vendió muchísimo, pero con cuyo adelanto compré la Drumsystem, a la que le fui agregando los parches Remo que tanto me gustan, le compré ese tambor tan increíble y personal, al que fui adecuando para que sonara como el de Ian Paice (¡Y lo logré!). Y también el pedal de bombo Pearl, que tiene la velocidad y ligereza que requiero. A algunos, el pedal les gusta pesado: son los que tocan con la punta del pie sin apoyar la plata. Yo necesitó lo contrario. Ayer divertía a mis hijos en absoluto silencio, en la sala del dentista (ando con terrible dolor de muelas), siguiendo los temas de la radio con los pies y metiendo arreglos.

No sé, creo que para que vuelva el baterista, necesito vender esta batería. Es complicado pero es así. Si alguien la quiere comprar, que se comunique por el mail de FB, o me deje un mail aquí. No sé a cuánto venderla: no tiene precio. Y además de precio, elegiré al dueño. Necesita alquien que la quiera en serio. Sino extrañará a su dueño y se Marchi-tará. No queremos eso. Quiero que vuele, que sea libre. Ah, no es un pájaro, ni un avión. Pero te va a hacer sentir como Superman.