jueves, 23 de diciembre de 2010

70 veces Ringo

Setenta veces Ringo

Que Ringo Starr haya cumplido 70 años, es algo que me supera. Para mí, siempre va a tener treinta y cuatro, como cuando descubrí a Los Beatles. Pero la verdad es que el hombre ha llegado muy bien a esa edad en la que uno definitivamente debe dejar de manejar, porque ya los reflejos no son los mismos, tampoco la decisión, y sino compartan un viaje con cualquier taxista viejito, de esos que tienen que seguir laburando porque la jubilación no les alcanza, y entenderán lo que les digo. Me pregunto como afectará eso a un baterista.

Everybody loves Ringo. Es un hecho. Y tiene que ver más con su simpatía, con su carisma, y con cierta imagen de desvalido dentro de Los Beatles, que con sus méritos musicales. Este post, de algún modo lo escribo respondiendo a una pregunta de Pablo, que me dice que hay bateros virtuosos como Alex Acuña o Vinnie Colaiuta, que lo desmerecen. Deberían lavarse la boca con jabón esos dos turros, porque sin Ringo ellos hubieran sido aburridos bateristas de jazz.

Yo toco la batería desde los 14 años, porque al igual que otros miles, crecí queriendo ser como Ringo. No es un baterista virtuoso, sino un atorrante que aporrea los parches. Y así como los perros de pedigrí me parecen medio pelotudos, y los que no parecen pertenecer a raza alguna los más inteligentes, a mí me gustan los bateristas personales. Hay miles de virtuosos impersonales. No hay mucha gente que con un instrumento que no provee armonía y melodía, pueda ser expresiva. Y Ringo lo es. Tiene una idiosincracia para tocar; reconocés su sonido, sus redobles y su buen gusto.

Verlo tocar con Los Beatles es maravilloso; sacude el hi-hat como quien bate mayonesa escuchando boogie por la radio. De Ringo se desprende una alegría contagiosa, que se percibe por su amplia sonrisa, su sacudida de melena, y su cabeza moviéndose al compás de la música, como poseída por el ritmo. Y sin embargo, el tipo mantiene ese ritmo, calentito y vibrante. Dota a la canción de algo especial; responde a las modulaciones de la canción, tiene un oído que se conecta con los dedos. Los Beatles sin Ringo, no hubieran sido Los Beatles.

Simplemente escuchen los dos golpes que mete al comienzo de “Free as a bird”. Ningún otro que no fuera Ringo hubiera logrado ese sonido, que va más allá de la capacidad que tenga un ingeniero o un productor, en este caso Jeff Lynne, de reproducir el sonido beatle. “Páh Páh”. Otro batero hubiera puesto: “Trun cututrún cututrún”. Ringo es el colmo de la síntesis. Pero ha tenido sus momentos expansivos, como en “Rain”, “Strawberry Fields”, “Helter Skelter”, “Thank you girl”, “Paperback writer”, “Come together”.  Lo que define a Ringo es el criterio al tocar; mezcla de calle y chops de jazz mal aprendidos pero bien empleados. Lo que define a un buen músico es su expresión, la emoción que genera cuando toca, la originalidad. Ringo Starr, para mí, abarca las dos cosas. No creó una escuela, porque es un clásico que no introdujo grandes variantes. Pero nadie le ha enseñado tanto a tantos bateristas a lo largo del tiempo.

Ahora escucho su disco de este año, “Y Not”, nada del otro mundo, pero tampoco nada mal. Celebro que siga vivo, golpeando parches y soplando velitas, mientras mantiene una pinta gallarda que no parece afectada por el paso del tiempo. Hay gente que quiere ser Bob Dylan. Yo sólo quiero ser Ringo Starr.


 
 
 
 
 
 

1 comentario:

  1. Genial comentario Sergio.
    Mi hijo mayor tiene doce años, toca batería desde muy chico y hace un par de años que está estudiándola. Tiene mucha data musical el niño... sin embargo su referente en el instrumento es Ringo, y a mi me parece grandioso y emocionante.
    Augusto (así se llama mi hijo mayor) me enseñó que Ringo, además de tocar batería, hace música, contribuye a la música de los beatles en función de las canciones, de lo que ellas necesitan.
    Como te dije antes Augusto está estudiando batería pero se divierte cuando toca encima de los temas de los beatles tratando de imitar los aporreos de Ringo. Ahí lo veo sonriente y disfrutando.
    Un saludo. Alejandro.

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