jueves, 23 de diciembre de 2010

The Smiths de contrabando

Recuerdo la cara de sueño de Alfredo Rosso, en ese micro infernal que paraba en todas y nos llevaba a paso de mula desde Uruguaiana a Porto Alegre, donde íbamos a comprar discos para su disquería. Calculo que habrá sido entre 1985 y 1986, cuando yo atendía algunos días su disquería Tabú, en el sótano de la Bond Street. Alguna vez había soñado con tener una disquería y hasta quise comprar un local en JB Alberdi y Pedernera, pero me dijeron que no era zona prioritaria, y me pidieron un fangote. Bueno, ese sueño lo cumplí con Alfredo y comprobé que hay sueños que cuando se vuelven reales se transforman en una pesadilla.

¿Cómo recordar aquel viaje? Simple, por los discos que traíamos. Me viene claramente a la memoria "Hatful of Hollow" de The Smiths, porque también significó en mi vida una nueva dimensión, de la misma manera que The Smiths significó algo nuevo en la vida del rock inglés, en un momento en que perdía la savia por las cuatro hojas.

Lo gótico estaba mutando en algo que traería momentos felices... lo que para un gótico es un horror. Con esto me refiero a que The Cure, en 1984, cuando surgen The Smiths, estaba convirtiéndose en capullo (tal vez por eso el tema "The Caterpillar"), para terminar en la mariposa que los hizo masivos en 1985 con "The Head on the Door". Echo & The Bunnymen estaba en una transición similar. Era un tiempo donde no se veían nuevas ofertas dentro del terreno del rock, que marcaran un camino propio y diferente, sino productos comerciales (algunos muy buenos como Matt Bianco), y bandas que prometían pero no cumplían.

The Smiths voló a la mierda (prometo no usar este lenguaje en los cursos) con ese estado de cosas. Tenían una música interesante, construída de un modo diferente, a través de la guitarra de Johnny Marr, y un cantante como Morrisey, que escribía letras para los chicos sensibles que preferían cultivarse con un libro de poesía o de Wilde en su dormitorio, a cumplir con los rituales de masculinidad de tocarle de arrebato la teta a alguna nena, o de vomitar la cerveza que no sabían tomar. "Spending warm summer days indoors", cantaba en "Ask me", no rindiéndole culto a la soledad y a la melancolía, sino alertando de que la timidez puede ser cool, y a la vez puede impedirte hacer las cosas que tenés ganas. "Si no es el amor, entonces será la bomba lo que nos juntará a todos", concluía ese gran tema del grupo.

The Smiths se transformó en la banda emblemática del rock de los '80 en Inglaterra. Antes, grupos con sintetizadores (algunos buenos, otros no); después la invasión del Acid-House y la muerte más real que tuvo el rock. Sería necesaria una enciclopedia para poder hablar de la inmensa variedad de tópicos, varios de ellos muy serios como el abuso infantil, que proponen las letras de The Smiths.

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