jueves, 23 de diciembre de 2010

No fue una avispa

Detallo los acontecimientos de mi reciente internación, no solo para informar, sino como modo de exorcismo. La secuencia fue así.

El viernes a las cinco de la mañana sentí frío. Pensé que se había cortado la calefacción, pero apenas dejé el lecho calentito me di cuenta que era fiebre. Y se me había hinchado la nariz: parecía Marrone. Un Ibuprofeno y al sobre a tiritar. Una excelente excusa para no ir al gimnasio. Cuando desperté se me había hinchado la cara. Tuve una reunión de trabajo y sentí que me transformaba en gelatina. Volví a la cama, munido de libros y mi fiel i-pod.

Por la tarde, decidí llamar a mi médico. "Ché, tengo una gripe bizarra. Fiebre, sin mocos, pero con nariz hinchada", fue el mensaje que le dejé, con tan mala suerte que mi tordo tenía el teléfono roto y no podía recibir mensajes.

Cuando me vio mi mujer, llamó a un médico por la obra social. Vino un colombiano muy amable que supuso que mi cara de Firulete era por una alergia. Cosa rara: no soy alérgico, salvo a Chayanne. Y hacía tiempo que no lo escuchaba. Me inyectaron un corticoide y me dieron antihistamínico. "Si esto no hace efecto, nos llama y volvemos para llevarlo a una guardia". Mi mujer, muy hábil y la campeona de esta historia, me hizo una marca donde terminaba la hinchazón para ver si avanzaba. No avanzó. Tampoco mejoró. Debí haber ido a una guardia, pero era viernes por la noche, y pensé que la droga tardaba en pegarme.

Al día siguiente era Krosty el payaso, pero rojo. Elegí ir al Hospital Italiano porque el Sheraton no figuraba en mi cartilla. Me vio doctora uno, y también supuso que era alergia. Me revisaron, midieron el aceite, el agua, el líquido de frenos, y me enchufaron bruto corticoide. Me dijeron que esperara a ver como evolucionaba. Mientras me miró doctora 2, charlaron entre ellas. No pasó una goma, y ahí vinieron doctora 1, 2 y 3 (linda morocha). Exhaustivo cuestionario (dije barbaridades, pero deliraba de fiebre, doctora 3 no aceptó invitación al Casbah). Conferenciaron entre ellas. Esperé un rato más.

Después vinieron doctora 3, y se agregaron 4 y 5. Les dije: "Es mi sueño estar con tres bellezas al mismo tiempo, pero no era exactamente así". "Con esa cara, sería una pesadilla para nosotras" (mentira, pero déjenme ponerle pimienta al diálogo). Me dijeron que YA me internaban. Dije que Mick Jagger me esperaba para hinchar por España, pero me informaron que los gaitas ya eran campeones y me invitaron a subirme a una camilla para ir a mi suite. "¡De ninguna manera", exploté. "¡Quiero una limo!". "Pero son 30 metros, señor". "No importa, si me internan, que sea con estilo".

Me condujeron a un lugar muy bonito llamado Hospital de Día. Sugerí un cambio de nombre: "Marchi Suites". No les pareció adecuado. Pregunté por mi jacuzzi y por el número del Room Service. No me los dieron. Pero vino un enfermero copado al que le gustaba el reggae y que fue mi gran aliado. No había THC en el hospital, pero me dijo. "Si necesitás algo, tocá ese botón rojo y vengo a verte. Eso sí, no apretes ese otro botón rojo más grande porque venimos con el carro y las paletas". "¡Sí!", le dije, "eso quiero: el carro para ir a jugar a paddle". "No sirve para eso, pero si te gusta la electricidad, te ponemos las paletas en el pecho y realizarás un baile muy extraño". Mejor no.

Me dormí. Y desperté con una aguja colgando de mi brazo. Oh, yeah! Ya soy un junkie; me sentí toda una rock-star. Pero no, era una canalización, que yo bauticé "canal de entrada". Les pedí que me hicieran otro igualito en el otro brazo, para que no me pincharan más para sacarme sangre. Era lógico: un canal de entrada y otro de salida, como los equipos. "No hay antecedente de nadie que haya pedido algo así", me dijeron (diálogo posta).

Al toque llegó mi mujer y habló con los médicos.

- ¿Qué le pasa a mi marido? Parece El Hombre Elefante.
- Señora, usted no ayuda - dijo, una de las infectólogas que supuso acertadamente que lo mío no era alergia sino infección.

El sábado fue medio un suplicio. Pagué por televisión... y al toque me hicieron un fondo de ojo con lo que no pude ver un pomo. Después me la pasé mirando maratón de Simpsons en Telefé (no quiten eso nunca jamás), y cuando comencé a ver borroso, pasé a VH-1 que me torturó con una serie de video ochentosos. ¡Qué horrible que es el chabón de Alphaville! Tiene la cara más fea que la que yo tenía aquel día. Y el video de "Tarzan boy" de Baltimora, era un atentado al buen gusto. Pero dejé eso, porque no podía leer ni tenía ánimo de usar el i-Pod.

Para hacerla corta, el domingo amanecí con mutación. De los cachetes inflamados, pasé a tener los ojos inflamados. Me dijeron que me quedaba otro día. Shit. Pero a la noche comencé a mejorar. El lunes por la mañana me vinieron a ver y estaba francamente mejor. Me sugirieron quedarme otro día, pero los amenacé con una selección de Metallica, Motorhead y Megadeth, y me dejaron ir a casa.

Y ahora en serio: la atención en el Hospital Italiano fue de primera. Doctores y doctoras jóvenes buenos, capaces y amables. La enfermera del sábado a la noche, de una dulzura total. José Luis, el enfermero del reggae, un capo. La habitación limpia, el baño cómodo. Todo bien. Pudo haber sido un infierno, pero fue de lo mejor y créanme que sé de internaciones y hospitales; no por mí, porque es la primera vez que estuve internado. Ahora estoy en casita y pronto escribiré un blog de música para volver totalmente a la normalidad.

A todos los que se preocuparon, gracias. Este moscardón seguirá zumbando por unas cuantas temporadas más. Rock on!

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