jueves, 23 de diciembre de 2010

Con el resultado puesto

Muy bien, ayer perdimos. No era hora de pensar ni de escribir sino el momento de digerir la derrota; obvio que la digestión será más larga, pero el ayer es ayer y hay que mirar hacia el mañana. Si la victoria no da derechos, la derrota tampoco debe ser una condena. El problema es que mucha gente partidaria del “que la sigan chupando”, sí consideró que la victoria que nos clasificó al mundial daba derecho al LTA. Por lo tanto, los que supuestamente LTA querrán hacer prevalecer esa misma moneda porque los que LTA ahora son los reidores del ayer. Y hoy lloran como lloramos todos, la diferencia es que algunos creen tener derecho a la venganza. Y no es así.

Escribir con el resultado puesto es muy fácil. Por eso, yo mismo en este blog me dediqué un poco a la sanata y vaticiné un par de meses atrás (sí, vacitiné, predije, anticipe) lo que iba a pasar. No sé si llegué a escribir que para mí podríamos alcanzar los cuartos de final en tiempos en que: o salías campeón del mundo o te volvías en primera ronda, tal eran las opciones. La experiencia me indica, cada vez más, que nada es tan negro ni tan blanco, ni tan derecho ni tan torcido y que cada uno habla como le va en el baile.

Es más, con respecto al “que sigan chupando”, escribí que es lo que había que hacer en cada caso. Y creo que en cuarto de final puse que ahí estábamos a mano, que se le podía dar un abrazo fraterno a Maradona y decirle gracias por el deber cumplido. Hasta un beso de varón en la mejilla, pero de chupar, nada. Y como el Diego, muero en la mía. No lo voy a crucificar a Maradona por lo de ayer, porque una goleada se la comen hasta los grandes equipos, pero tampoco por eso voy a proponer que alguien que nunca convalidé siga en su puesto. Es hora de cambiar. El que no cambia es un imbécil, dijo Carlos Bianchi que es mi candidato como siempre lo fue. A Boca o a la Selección (que para mí son casi sinónimos, aunque hay veces...)

Ahora, este país da para sorpresas por su voluntad manifiesta de persistir en el error, abarcando con esta frase todo el quehacer nacional y sobre todo el político. No me sorprende en un país en donde todavía hay gente que extraña a los milicos, o que quiere volver a votar a Menem, o que piensa en que los Kirchner deberían seguir más allá de dos períodos, se piense en que después del fracaso de ayer, Maradona debería continuar. Bueno, Grondona le extendió la confianza a Bielsa después del papelón en el 2002, así que no veo porque no va a seguir con el Diego que llegó a cuartos. El problema es que tanto Grondona, como Bilardo, como Maradona, ya tuvieron sus oportunidades de acertar y equivocarse, y que es hora, aunque más no sea en nombre de la redistribución social de las probabilidades, que sea el turno de otros. Y no me vengan a correr con aquello de “malo conocido es mejor que bueno por conocer”, porque ese es un argumento de la derecha (a la que tanto gustan denostar).

Lo que no hay que hacer es crucificar al Diego, porque el tipo hizo lo que pudo y jamás traicionó sus convicciones. Es más: lo que lo destrozan hoy son aquellos que de haber derrotado a Alemania aunque más no sea por penales hablarían maravillas. Ni una cosa ni la otra. Tampoco tenemos que estarles agradecidos y por ello extenderle un alargue a su reinado, que ayer colapsó. En ese sentido pienso en los políticos, que viven pasándole factura a la población: “EH, NOSOTROS LO HICIMOS”, como si esa no fuera su obligación por la cual cobraron y gozaron de un poder importante que nosotros le delegamos. No hay que agradecerle a los gobernantes (ni a los futboleros): era su fucking obligación. No hay deuda, salvo que se hayan afanado algo.

Volviendo a Maradona, fue el jugador más grande de todos los tiempos y por lo que representó y por su inconmensurable carisma fue que pudo soportar esta transición. Y bien que nos ilusionó. Porque yo ayer confiaba en la victoria argentina. Sabía que no había equipo, pero sí que teníamos grandes jugadores que podían (pueden) desequilibrar y traernos la luz de ventaja en un partido cerrado. Pero esta vez el otro equipo fue mucho mejor que nosotros porque jugó asociadamente, y Argentina no logró el acuerdo entre sus jugadores. Una metáfora clara del país: tenemos un potencial de la gran siete, pero no nos ponemos de acuerdo ni siquiera en cuestiones mínimas y vivimos peleando y gastando energía al pedo.

Maradona ni siquiera tiene título de técnico. Se lo invitó a que cursara, a que ampliara conocimientos, a que se formara, pero nada. No estaba capacitado para la tarea, pero tenía toda su experiencia deportiva que lo avalaba. ¿Eran esas maravillosas horas de vuelo -en el sentido hasta literal del término-, homologables con la tarea de director técnico, en la que jamás logró algo de valía? No. Sin embargo, manejados por Grondona se nos hizo creer que sí. Grondona es otra metáfora del país: un tipo que se atornilló a su silla hace millones de años, que estuvo con todos los gobiernos, y que se resiste a abandonar la manija, pretendiendo tal vez que su hijo continúe su obra. No.

Hay que cambiar, aunque más no sea por cambiar nomás. Siempre. Cuando algo no funciona, hay que arriesgarse a otra cosa. Persistir en el error, no es más que ahondarlo. Los que aman a Maradona, incluso, deberían protegerlo y no insistirle para que se quede. Hay una hija que ayer lloró a lágrima viva la derrota de su papá. Demoslé tiempo a ella, a su hermana, a la mujer del Diego, a su nieto, y a todos sus familiares para que cicatricen las heridas del hombre. No lo expongamos más. Yo a un amigo que se quiere ir a pelear por el honor, aun sabiendo que pierde, lo freno como sea: no dejo que lo caguen a trompadas.

¿Por qué no hacer algo simple? Pensar en qué nos equivocamos y en quien podría ayudar a corregir el error. Simplemente eso. Se llama autocrítica. Es lo contrario del aguante. Es aceptar que uno se equivocó y en confiar en la propia lucidez para el cambio que nos conduzca a un acierto, o de última, a un nuevo error. Pero no el mismo. Es señal de evolución.

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