jueves, 23 de diciembre de 2010

Adrian Belew

A estas alturas dudo de mi memoria. Porque trato de entender como es que descubrí a Adrian Belew y no estoy muy seguro. Cuando tocó con Frank Zappa a fines de los '70, no puede haber sido porque yo no era muy Zappesco en esa época. Pero seguro que escuché "Sheik Yer Bouti".

Cuando tocó con David Bowie, que fue para la época de "Stages" y "Lodger", tampoco puede haber sido porque yo todavía no me le había animado a Bowie. Entonces, presumo yo, debo haberlo descubierto (aclaro, para mí, no en el sentido de descubrirlo ante el mundo), alguna noche cuando escuchaba "Sonrisas", el programa de Graciela Mancuso. Porque recuerdo vívidamente que yo trabajaba en una imprenta de noche, y allí escuché una canción que me alucinó: "The great curve", de Talking Heads. Que no por casualidad tiene uno de los solos más increíbles que yo haya escuchado vez alguna, y que es de Adrian Belew. Me acuerdo que con Richard Coleman hemos conversado y él me dijo: "Sí, es un gran solo para bailar".

También en el mismo programa de Graciela Mancuso, es que debo haber escuchado la cadencia uterina de "Mate Kudasai", que básicamente anunció la reunión de esa entidad llamada King Crimson, para la que Fripp reclutó a Tony Levin y Adrian Belew, que además cumplía funciones de cantante.

De ahí, debo haber caminado solito hasta sus discos propios. Recuerdo una anécdota en la que decía que estaba tratando de reproducir el sonido de un elefante con su guitarra, para el tema de King Crimson, "Elephant`s talk", pero que en cambio encontró el de un rinoceronte, y en base a eso, Adrian Belew hizo su primer disco solista: "The lone Rhino". Debo confesar que Gloria Guerrero me prestó "Twang Bar King", el segundo, y que escuché el tercero, "Desire caught by the tail", en la discoteca de Rock & Pop. Los que escuchaban "Scoop" en 1988, saben que pasaba mucho Adrian Belew.

A partir de su cuarto álbum, "Mr. Music Head", se puso más beatle y menos experimental, y grabó quizás su mejor disco, "Young lions", cuando tocaba nuevamente como violero de David Bowie, con quien vino a la Argentina. Después salieron más discos; algunos los tengo, otros no, pero le perdí el rastro.

Sin embargo, tuve la grata ventura de entrevistarlo dos veces. La primera fue una telefónica para Clarín, donde hablamos de sus discos solistas, en virtud de su próxima visita con King Crimson; la segunda fue una suerte de entrevista comunal: 4 periodistas vs. King Crimson. Los cuatro. Obviamente, la pelea de fondo fue Fripp vs. Marchi. Y, lógicamente, ganó Fripp. Tony Levin todavía se acuerda de ese raro experimento.

Adrian Belew podría ser un virtuoso, pero en realidad es una suerte de investigador; un músico experimental con un gran corazón pop y una guitarra inusual que suena como distintos animales. Cosa que no es curiosa: si uno sigue sus discos, sabe que es un férreo defensor de los derechos de los animales.

Siempre fue uno de mis músicos favoritos. En persona confirmó esa buena impresión, tanto en el marco de una charla como de sus shows.

Por eso me alegra mucho saber que este fin de semana, Sábado 7 y Domingo 8, 22 y 21.30 respectivamente, se va a estar presentando en el Samsung Studio con su power trío. Y el domingo, también dará una clínica.

1 comentario:

  1. muy buen aporte, solo falta decir el tremendo trabajo que hizo con King Crimson sobretodo en los discos Discicpline y Three of a Perfect Pair, de veras vale la pena escucharlos.

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