jueves, 23 de diciembre de 2010

No me escribas la pared

Tal vez en algún momento pueda preguntarle a Luis Alberto el sentido de esa frase en su tema "Seguir viviendo sin tu amor". Seguro que hoy no. Alguna vez me tenía que pasar, estaba seguro: pasó hoy. Me escribieron la pared del frente de casa. Como dice el viejo proberbio argentino: todo frente vacío es susceptible de ser llenado con una boludez.

En primero lugar, si los llego a agarrar a los pelotudos que me la escribieron, les voy a pintar el orto con témpera, que viene con el adicional de la ortodoncia gratis, en el más amplio sentido de la palabra ortodoncia (hoy estoy con fijación anal, disculpen mi lenguaje grosero, pero tengo ganas de romperle el culo a alguien).

En segundo lugar, siempre me pareció un abuso que alguien le escriba la pared a otro. Me acordé de un reportaje que leí una vez donde un chabón de un grupo decía: "Nosotros salismos a pintar paredes a full. Si a mi me pintás la mía, te mato". Ju ju ju. ¡Qué vivos son! Siempre pensé en el pobre tipo que quiere que la casa le quede linda, ofreciendo así un servicio estético al transeunte, y viene un pelotudo que te la pinta con una leyenda tipo: "Elsy. El asfalto estaba más duro que yo el día de año nuevo".

Aclaro: cuando veo una banda graffitera, tomo nota mental y ya me declaro mal predispuesto hacia ella. Si me mandan un demo, lo pongo en el fondo de la pila o si son muy cabezas, directamente lo tiro a la basura. El cagarse en el otro, es una de las costumbres que más detesto en el ser humano. El tipo que en un atascamiento te hace luces, te toca bocina, y pide que te adelantes para que él pueda doblar, es un sujeto pasible de ser asesinado con agujas sin esterilizar. Porque después vos te quedás en la bocacalle, y el señor dobló.

Un día conté la anécdota de la murga, lo que me valió la desaparición de uno de los lectores de este blog, que tenían un perro que mordió a otro hasta casi destrozarlo en la puerta de mi casa. Y cuando los separaron, y la dueña del perro atacado dijo ¿qué hago con mi perro? Los otros le dijeron: Es tu perro, no el mío. Ahí me ofrecí a hacer la denuncia, y me patotearon y me amenazaron de muerte: "Ilusiones de Palermo" se llamaba esa murga de la calle Acuña de Figueroa. Cobraban el subsidio Ibarra al carnaval.

Uno es responsable de sus acciones y de lo que generan en el otro. Hay viejitos que cobran una guitita y pintan el frente de su casa, para que los nietos la vean más bonita. Y viene un pelotudo y les pinta un graffitti. ¿Con qué derecho?

Sí, ya sé que me van a decir que las pintadas políticas son más viejas que el níspero, que el graffitti es cultura, bla, bla, bla. Para mí, el graffitti no es cultura: es vandalismo. No te pintan frases de Borges: te pintan boludeces y se creen unos bananas bárbaros. Un par de vecinos deben estar disfrutando este momento.

Ahora me queda el dilema de qué hacer. Si pintar de inmediato. Si dejarlo así.
Lo que más me gustaría es saber quien fue, pero sé positivamente que deben haber sido unos pendejos pelotudos sin relación alguna con el morador de la propiedad. Es muy nacional y popular tirar la piedra y esconder la mano sin hacerse cargo de las acciones. The argentinean way!

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